5 preguntas a... ED IS DEAD

Esta es la primera vez —de muchas— que repetimos entrevista con un artista , y por algo será. Edu Ostos, más conocido como Ed is Dead, se erige como una de las mentes más inquietas del panorama nacional, y la publicación de su álbum #YL48H (puedes leer nuestro análisis aquí) y su fin de gira que tendrá lugar este mismo jueves en el Teatro Barceló de Madrid servían como razones más que potentes para acercarnos a su estudio a revisar cómo ha evolucionado su carrera —y pensamientos en torno a la música como arte o negocio— estos dos años y medio. Una vida dedicada a una pasión, una necesidad. Al lío.

>1. Empecemos con tu último álbum. ¿Cuándo surgió la idea de preparar un disco tan existencialista e intenso como #YL48H?

Llevaba tiempo buscando una idea. Qué hacer que no fuera hablar del amor o de cosas así muy manidas, tópicas, y lo suficientemente fuerte para poder hacer diez canciones hablando sobre un eje. Dándole vueltas, a mí no me salían más de dos o tres temas hasta que pensé en qué haría antes de morirme, que me daba para una especie de decálogo. El resto de ideas, cosas como viajes o cuando haya vida en Marte, no me daban para que no fuera repetitivo o tuviese la suficiente fuerza.

¿Has obtenido el resultado y acogida que esperabas?

Mucho mejor. Creo que es la primera cosa que hago por mí, porque necesitaba hacer algo fuera de la industria. Realmente cuando lo estaba haciendo con mi socio en el estudio pensaba “yo no sé si esto lo va a entender alguien”. Es como mi película personal, y justo ha sido la cosa que mejor me ha salido en la vida. No esperaba acogida, no creo que sea un disco fácil tampoco. Y lo he sacado en mi sello, un sellito de Madrid que gestiono yo y no tiene ni una major ni discográfica detrás ni nada. Que me lleguen vídeos de gente en Los Ángeles poniendo mis temas y bailándolos, que mi primer lugar en escuchas sea México y después Nueva York, es cómo “what?!”. No tengo muchas esperanzas en el ser humano a nivel de música, pero luego ves que hay mogollón de gente que sí que le interesa escuchar más allá de un hype o de una moda, y es medio esperanzador.

Lo fuerte es que tengas que salir en programas como el de Broncano para que la gente se dé cuenta de que esto se está haciendo en tu propio país. Es guay ver la cantidad de comentarios en el vídeo de La Resistencia, se te va la olla. Pero que lleve 15 años en la música y tenga que esperar a esto… en fin, supongo que así funciona el mundo y nunca hay que olvidar que somos unos privilegiados.

Encontramos multitud de estilos en cada una de las canciones. ¿Una demostración de influencias o un posicionamiento frente a la actual 'música por etiquetas'?

Ni una cosa ni la otra. Es un ejercicio de introspección, queda muy místico, pero es la verdad; mi ADN musical. Qué me pide cada momento. Ni pretendo hacer una crítica con la industria musical, que esa pelea ya me da igual, ni tampoco es demostrar todo lo que sé hacer. A lo mejor he hecho ejercicios más así, como cuando hice el álbum de jazz con Ariadna, mezclando flamenco con jazz con electrónica, creando amalgamas y ritmos con un puntito más técnico. Aquí no. Lo difícil es hacer un ejercicio sobre lo que eres tú musicalmente y por qué estás en la música. Muchas veces vuelves atrás en el tiempo y ves cómo vas evolucionando. Analizas por qué yo he tirado por aquí y el resto de la gente vive sin esto. Mirar mucho dentro de ti, lo que te gusta de los estilos de música o qué buscas en ellos, es más un concepto artístico.

¿Qué cambios has notado respecto a 'Change'?

*'Change' sí que creo que era más un ejercicio de esto es todo lo que sé hacer o esto es todo lo que me gusta, pero refiriéndome a lo que “había fuera”. Me gusta el dubstep, el IDM… mirando siempre un espejo. Aquí no. Aunque claro que tengo referencias, es inevitable no tenerlas. Cuando empiezas un proyecto en electrónica siempre empiezas fijando el tempo, y eso ya te define un poco el cómo va a ir el tema. En este no fue así. Primero coge una idea, empieza a buscar unos acordes, un ruido en el sinte, y empieza a partir de ahí. No empieces a atarte ya de primeras con qué estilo va a ser.

>2. El próximo día 26 actúas en Madrid, tu ciudad, siendo la última parada de la gira #YL48H. Nosotros no pensamos perdernóslo. ¿Qué podemos esperar en esta fecha tan especial y qué tal ha ido el resto de la gira?

Para el concierto de Madrid podéis esperar un buen cristo (risas). No quiero desvelarlo mucho, pero siendo la única fecha que realmente puedo preparar con mimo, ya que el resto de bolos vas medio contratado por una sala y llevamos mucho tinglado tampoco puedes planearlo en exceso, en esta sí que quería hacer algo en el que la gente encontrase un nuevo formato de concierto en el que el público no esté mirando hacia hacia el frente. Yo no estaré tocando en el escenario, mis músicos tampoco. Hemos trabajado con Volumetricks, que hace instalaciones artísticas de LED, y N:A:S, que hace diseño de luces, y hemos creado una especie de instalación.

Supongo que la gente cuando va de público no lo entiende, pero en una música como la que yo hago que no es algo mainstream, que no tiene soportes económicos detrás, todo es por amor al arte o porque te apetece hacer algo guay. Muy guay pero agotador, aunque son experiencias que me llevo y que no me va a quitar nadie. Piensa que vamos de giras por España, y a veces me encuentro salas con 16 canales y yo me llevo 32 de rider. O que me digan que ahí funciona mejor en acústico. Es una pena, porque lo que yo hago que no considero que sea tan raro en el resto del mundo, y aquí parece que fueras de otro planeta. Poco a poco se irá allanando el terreno.

¿De qué se compone el set up de tu live band?

Básicamente llevo un núcleo duro, que por un lado hay sintes, cajas de ritmo, instrumentos, percusión, bajo, guitarra; también llevo un ordenador que me encantaría no llevar pero lo necesito. A lo mejor llevo diez o doce canales en eso. Después Lucía Scansetti viene en la gira conmigo, la he transformado y también lleva samples, sintes, percusión y su voz; luego un batería que también lleva percusión electrónica, y para el bolo de Madrid entrará y saldrá gente, invitados que vienen a tocar o a cantar. Si esto fuera una producción de miles de euros, pues guay, pero siendo algo entre nosotros es más complicado. Lo hablaba con mi manager en plan “¿no podíamos hacer un concierto normal?”, pero nos retroalimentamos y luego ya nos vemos en el marrón (risas).

>3. Parece ser que dentro de la escena actual se entiende el término 'live' de muchas formas. ¿Qué es (y qué no es) para ti un live electrónico?

Creo que ha habido un momento en el que mucha gente interpreta live como utilizar el programa Ableton Live. Que cada uno le dé el nombre que quiera, pero para mí live es algo que haces en directo. Puede pasar parecido, pero nunca igual. Es decir, algo que cocinas en ese momento y que existe un riesgo para equivocarse; que puedas hacerlo mal o que puedas hacerlo bien. Si lo que se hace es una cosa que está pregrabada y lo único es añadir pequeños detalles o modular algo sobre lo que ya está, para mí eso no es un directo. Creo que en electrónica hay muchísimo misticismo con esto. Al final ves a un tío en una mesa con mogollón de botoncitos, que no sabes si está tocando algo en directo, y sólo te puedes agarrar a si la experiencia estética te gusta o no. Si lo pasas al pasado, y llega un tío con una cinta de ghettoblaster y le da al play… la peña se reiría de él, en plan has puesto una cinta. Pero yo he visto shows que he pensado eso mismo, sólo has puesto una cinta aunque estés girando dos potenciómetros.

Pero al margen de lo que crea la gente, yo no podría hacer eso. Me aburriría como una ostra si tuviera que hacer eso todos los fines de semana. Creo que es más interesante la posibilidad de poder crear algo de verdad, que sea único. Por eso la gente paga. Entiendo que cuando llevas sincronización de vídeo y de luces, y cuanto más grande es tu show estás atado a ciertas acotaciones. Pero lo que no puede ser, que ya lo he vivido, es que tengas 35 cosas sonando y lo que tú decidas desde el escenario es dar a un botón cada 16 compases. Toma riesgos tío.

¿Cuál es el que más te ha impactado recientemente?

Me encanta la sensación de salir de un concierto y pensar que no tengo derecho a dedicarme a la música porque nunca voy a llegar a lo que hace esa gente, me flipa. Eso me ha pasado con James Blake, más recientemente con Jungle o viendo sets como el de KiNK. Tampoco tiene por qué ser algo súper complicado, hay cosas más delicadas que molan mucho. Existe una gran diferencia entre ser productor y llevar un set en directo, incluso ser dj.

La triste noticia de la muerte de Avicii ayer reabre el debate de cómo el negocio de la industria obliga muchas veces a ser tanto dj como productor, no pudiendo ser sólo uno de ellos. ¿Qué opinión tienes sobre el tema?

Creo que Avicii estaba en una posición en la que podría haber decidido lo que quisiera, aunque me da mucha pena porque me parecía un genio. Creo que en general es más una cuestión de industria musical frente a música en sí. Cuando intentas monetizar un tema artístico empiezas a tener conflictos, metiendo una pieza en un mercado capitalista. Da igual si es tu actuación o tu tema que tiene que llegar al número uno de Beatport. Que en ciertas ligas necesites ser productor y luego levantar los brazos y tirar confeti para que la gente se lo flipe contigo… es triste pero no te quejes, no haberte metido ahí. El problema viene si quieres ganar dinero con eso. El trasfondo está en qué es música como tal y qué es industria. Y la industria es una mierda. Y en la industria,la cultura y el arte, son lo de menos. Piénsalo como música más global. Al final la gente que estás viendo en un escenario, en cualquier término, da igual si es Pop, EDM o incluso te diría Tech House, la mitad no hacen lo que está sonando, es un equipo que hay detrás. Lo que hay ahí no es lo que me han vendido, eso es una farsa. Es un producto para vender, con unas acotaciones del mercado.

Otra cosa distinta es la música de gente que ama la música, la gente que le encanta pinchar y cobrará 80 euros por pinchar en un garito. Seguramente esa gente tenga otro curro y el dinero venga de otro lado. Los que producimos lo que nos da la gana no tenemos ese problema, y yo probablemente necesite de otro curro haciendo anuncios o lo que sea. El problema es cuando intentas meter en un sistema súper capitalista y consumista algo que quieres vender como arte. Y hablando de esto con gente de danza o de pintura, bastante bien estamos en el mundo de la música. Es una pena porque mogollón de gente da el contenido como si fuera arte a cosas que no lo son, y eso es una putada.

>4. Estos últimos meses te hemos visto impartir talleres sinestésicos para niños y jóvenes en el Museo del Prado. ¿Cómo ha sido esta experiencia tan particular?

De las experiencias más guays que hago a lo largo del año. No soy un gran entendido en arte, pero cada vez me voy empapando más. Y al final ves que hay mogollón de disciplinas con las que compartes cosas muy similares. Empezar a hacer esas analogías, y poder explicarlas con las grandes obras del Museo del Prado genera un espíritu crítico para que la gente empiece a entender qué es un sinte, qué es un controlador o qué es pinchar. Educar a la gente para que tenga más herramientas y poder valorar así si les gusta o no. Algo que, por ejemplo, para los periodistas musicales debería ser básico, obligatorio.

Yo también he aprendido mucho preparando el taller. Por ejemplo, composición espacial en una obra. Sus ejes, profundidad y fondo, balance… que es exactamente como en música. Si tú quieres echar algo al fondo en pintura difuminas, ¿cómo difuminas la música para enviar un sonido al fondo? Primero explico algunas cosas así y luego hacemos un ejercicio todos juntos. Viéndolo en un cuadro hay cosas que son más fáciles de entender, y al final es lo mismo cambiando la herramienta. Hacer cosas así me hace mucho más feliz, es algo que me llena. No estoy haciendo el gañán peleándome con un entorno que no puntúa ni valora lo que haces.

Hablando de sinestesia, en #YL48H encontramos varias melodías que intentan hacernos sentir las distintas acciones que componen el tracklist. ¿Cuál fue el proceso para trabajar sobre esta idea en torno a los sentidos?

Autoanálisis. Vale, me voy a tirar de un avión. Al principio debo estar nerviosillo, luego tendré un momento de súper adrenalina, salto, y luego quiero pensar que un momento de paz infinita. Empiezas a trabajar con esos conceptos, y cómo los representas con música. Yo hice 19 o 20 temas de los que la mitad se han quedado fuera del disco por ello, que pretendía que sonarán a algo que luego no era. Había uno muy guay para la primera parte del disco, “pensar qué voy a hacer”. Algo fundamental si te quedan dos días de vida, pero no era capaz de transmitir esa sensación con música. Esto, para otro tipo de disciplinas es obvio, pero en música aún parece raro o curioso. Díselo a alguien de cine o teatro… "¿Cómo quieres hacerlo sino?" Supongo que la electrónica es muy joven aún, irá avanzando.

Parece que, poco a poco y con acciones como esta del Museo, la música electrónica empieza a entrar con más fuerza en la cultura general quitándose parte del estigma que siempre le ha perseguido. ¿Qué otros pasos crees que se pueden dar en este camino?

Sacarla de la noche sería muy importante. Se debería trabajar en culturizar a la gente, en general. Si la gente no tiene esa cultura y ese espíritu crítico ligarán la electrónica a la noche y las drogas, el trap y el reggaeton a perrear, y van a empezar a hacer unos grupos absurdos perdiéndose lo que podrían aportarles en otro ámbito. El otro día me decía un colega pintor que el arte no vende, la cultura no vende ni interesa. Y es cierto. Si tú tienes algo acojonantemente sensible y de una gran excelencia artística, es muchísimo más probable que triunfe algo como “Cómeme el donut”. Es un hecho, la gente necesita consumir cosas rápido. O intentamos inculcar esa curiosidad en las personas, o a toro pasado es muy difícil.

>5. Sabemos que eres un tío especialmente inquieto que siempre está pensando en el próximo paso... ¿Qué te quita el sueño ahora mismo?

He estado muy obsesionado en mi vida con mejorar mi música y mi técnica al precio que fuera, y ahora de repente me veo pensando que no puedo estar así constantemente. Me quita el sueño pensar cuánto tiempo más puedo aguantar a este ritmo. Sarna con gusto no pica, pero desde que me levanto hasta que me acuesto me dedico a la música y a aprender.

Antes lo que me hacía más feliz era tocar, y ahora mi momento de desconecte mayor es cuando monto en bici. Y pienso que se me está yendo de madre si mi vía de escape ya no es la música. Pero es frustrante porque es infinito lo que queda por aprender, y cada vez descubro más música y más gente increíble, y me veo más carencias. Dependerá del espejo en el que te mires, yo miro más allá de lo que hay en España. Entonces me autoimpongo que tengo que aprender más, pero intento mantener los pies en la tierra. No tengo vida al margen; no pasa nada, pero no tengo vida.


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