Brunch In The Park Madrid despide su primera temporada con Sold Out
El otro día preguntaba el inmortal Jordi Hurtado en Saber y Ganar durante el mandato de qué alcalde madrileño habían venido The Smiths a tocar en las fiestas de San Isidro. Y la respuesta era (redoble de tambores)... ¡Enrique Tierno Galván! Por ello, no se nos ocurre un sitio mejor que el parque que lleva su nombre —todo un impulsor de la cultura en la calle— para que haya tenido lugar la primera y exitosa temporada de Brunch In The Park Madrid, la serie de eventos que ha revolucionado la capital durante el último mes. Y ya era hora, ya hacía falta.
Llegamos al citado parque felices y contentos, con el sol golpeándonos en la cara —apurando el veranito de San Miguel— y de celebración —bolsa de chuches con botellita de Jäger incluida, toda una revolución en el mundo de los cumpleaños—, para encontrarnos una montonera de gente en el acceso. Junto a ellos (aparte de las distintas fuerzas del orden) un cartel que servía de explicación: Sold Out. Qué mejor forma que despedirse que con un llenazo y un ambiente a la altura de las circunstancias, aunque los pobres que se quedaron fuera no compartían esta opinión. Y es que no hay que dejar todo para el último momento...
Por lo que comentaban los presentes la extensa sesión de Javi Redondo fue un escándalo (habiéndole visto otras veces, fácil creérselo), con aún unos cuantos pequeñajos y pequeñajas correteando entre las piernas de los asistentes antes de abandonar el recinto. ¡Pero qué bonito es ver familias unidas en torno a la música electrónica! Enseñando buenos valores a los niños, como debe ser.
Empezaba el viaje sensorial de Damian Lazarus, que a la postre se convirtió en el mayor protagonista de la velada. Sonidos House muy bailables y con un toque místico que nos atraparon a todos al mismo son, con el inglés manejando el cotarro cual chamán ante los ritos de su tribu —cierto aspecto de hechicero sí que tiene— soltando bombas como "The Sacred Dance Of The Demon" cerca del cierre. Difícil ponerle un 'pero', aunque sí que echamos en falta escuchar su himno por antonomasia "Vermilion", a no ser que nos pillase pidiendo en alguna de las barras o yendo al excusado. Aunque con las mejoras prometidas (y ofrecidas) después de los errores de la primera edición con el showcase de Hivern Discs, las colas habían disminuido y los distintos servicios y el sonido se habían ampliado.
En definitiva, muy buena forma de terminar una primera temporada de Brunch In The Park Madrid en la que han sabido sobreponerse a los inconvenientes y ofrecer una propuesta nueva —y de mucha calidad— que la ciudad ansiaba hacía tiempo. Solo nos queda decir una cosa... ¡Volved pronto! ¡Necesitamos más!