Crónica de Monegros Desert Festival 2024: Volvimos al desierto

31 ediciones, 50.000 asistentes de más de 90 países, 22 horas de festival, más de 150 artistas, 120.000 m2 de superficie, 38ºC de temperatura máxima, 30km de baile en las piernas, un festival único: Monegros Desert Festival. Para allá que nos fuimos por segundo año consecutivo, y aquí os lo contamos. Al lío.

11 escenarios y muchas posibilidades

Lo primero que impresiona de Monegros es el camino hasta allí. Cuando entramos, siempre nos gusta dar una vuelta de reconocimiento al recinto para conocer los once escenarios disponibles, la magia que sucede en cada uno, y ubicarnos nosotros mismos. Caía el sol cuando empezamos a asentarnos, y lo más destacado en ese momento era la presencia de Assailants, la dupla formada por Ben Sims y Truncate que ponía a bailar a miles de fieles en una Techno Cathedral que ya llevaba horas funcionando a pleno ritmo desde que el bueno de Andrés Campo inaugurase el festival a las 14:00 con el clásico remix de Adam Beyer a "Manipulated" del propio Ben Sims. Le seguirían actuaciones como la guerrera Indira Paganotto o un incontestable SPDJ b2b Salome en el momento álgido de la noche.

Nos trasladamos al Soundsystem Temple, el mainstage, que acogería estilos muy diversos a lo largo del desarrollo del festival. Natos & Waor entonaban sus letras urbanas coreadas al unísono como "Piratas" o "Sudores Fríos" (uy si llegan a llevarse a Recycled J), mientras que Chase & Status paseaban su corona en un interesantísimo modo live con éxitos recientes como "Baddadan" o "Watercolour" rindiendo homenaje a unos Pendulum que hicieron lo propio en el mismo escenario el año pasado (y nosotros lo disfrutamos de lo lindo). Mención especial merece la actuación de Vitalic, para nosotros una de las más destacadas de todo el festival. El francés supo ofrecer lo que se esperaba de él, tocando la vena con himnos como "Power In My Hands", "Poison Lips" o "Second Lives" y bien de electro. Chapeau.

No tardamos mucho en ir a conocer Gashouder, el escenario que representaba la unión de dos de los mejores festivales techno del circuito europeo: Awakenings y Monegros. La clásica estructura metálica con la bola de espejos en lo alto palpitaba frenéticamente con el musicote que disponía la ucraniana Daria Kolosova desde cabina. Un respiro housero con los hermanos neozelandeses Chaos In The CBD en el íntimo El Corral, que si bien producen maravillas de bajas pulsaciones como "Midnight In Peckham" en sus sets saben sacar la artillería y el máximo partido a los Funktion One. Y ojo, que también nos gustó mucho su predecesor al que no teníamos fichado, Fafi Abdel Nour.  

Seguimos la ruta embelesados por las luces de fantasía que venían de elrow y su Rowsmic Carnival, por donde disfrutamos de Seth Troxler o nuestro Paco Osuna. Confeti y performance en una propuesta con forma de colorido dragón que arrasa por el mundo y, cómo no, en casa. Muy diferente musicalmente, aunque igual de atractiva en lo que audiovisual se refiere, nos encontramos en un Open Air x Blackworks hasta la bandera durante TODA la noche que brillaba y temblaba con bombos rápidos como los que imprimían Charlie Sparks o I Hate Models.

Y salió de nuevo el sol sobre el desierto

Ya con el sol de nuevo en lo alto, el desierto entraba en una nueva fase, encarando la recta final del festival. Las luces y proyecciones vuelven a dar paso al sol más implacable, momento perfecto para pasearse (de nuevo) por los distintos escenarios y ver su otra cara.

En el Soundsystem Temple la potencia de un aclamado Klangkuenstler levantando polvo dejó paso a una de las artistas más esperadas, Charlotte de Witte. La belga disfrutó e hizo disfrutar de lo lindo con un amanecer en bases techno y acid —su último "How You Move" como ejemplo—, antes de dar paso (por tercera y última vez) al héroe local Andrés Campo.

Y empezamos la ruta bajo el sol, para ver que se cocía —literalmente— en los distintos stages. Pudimos conocer el nuevo espacio de La Pinada en colaboración con Own Spirit y Our Minds, dedicado a los sonidos psytrance (Freedom Fighters era el encargado del cierre) y también al descanso, con espacios de sombra y asientos repletos de monegrinos que buscaban una bocanada de aire en el sprint final. Visto el panorama, reiteramos que Monegros es todo un ejercicio de supervivencia.

Hector Oaks, con quien amanecimos el año pasado, era el encargado de pre-clausurar la Techno Cathedral con una sesión a vinilo en la que combinó sonidos más tensos con melodías más emotivas, hasta un inolvidable "La Línea de la Vida" con "Poem Without Words". Mágico. Y para rematar la faena y las piernas que quedasen aún en pie, la reina Fatima Hajji.

Recogían los restos de confeti de elrow, que cerraba un rato antes, cuando nos dirigimos a un Gashouder que vibraba con bien de cera (chiste fácil), concretamente de Cera Khin. Cerca, y con un sonido no muy dispar, el escenario Open Air Blackworks con Nico Moreno b2b Dyen al volante y una pista repleta hasta la última bandera de un público joven y uniformado —icónica última imagen con la gente subida al borde del escenario y los altavoces— demostraba cómo el nuevo concepto de "hardtechno" y neorave arrasa en la escena actual allá donde va, expandiéndose más y más. Algo bueno o malo, según a quien preguntes.

Siendo nosotros más clásicos y buscando ritmos más groovys, atravesamos como pudimos la marea Blackworks para llegar a un oasis en el desierto: El Corral. Para un servidor, el escenario más divertido y auténtico de Monegros. El cierre bien merecía la pena, con dos titanes bien disfrutones como Dj Tennis y Seth Troxler en formato back to back. House hipnótico, con el sol colándose entre el tejado de cañizo y unas buenas vibras memorables. Dale, dale.

Vuelta —esta vez ya por última vez— al escenario principal, donde seguía a los mandos Don Andrés Campo. Con bien de visuales cañeras (jaque mate, Afterlife) el oscense encaraba sus últimos temas. Sí, habían sonado "Los Perros", pero terminó con su próximo bombazo en forma de colaboración con Mala Rodríguez cediendo el testigo —y el honor de cerrar Monegros 2024— a Joseph Capriati.

Mucho se comentó en redes cuando se anunció quién sería el encargado del special closing set, despertando bastante debate. A nosotros nos pareció todo un acierto, y a la postre el italiano nos dio la razón con argumentos. Joseph prometió una sesión especial, con espíritu rave —con flashes de cuando le vimos en ese mismo desierto hace una década en el amanecer de 2014—, sacó músculo y despejó cualquier tipo de dudas ofreciendo un set de techno contundente y bailable, caldeando un ambiente que a las 10 y pico de la mañana ya pasaba los 30ºC. Un set de maestro que recordó a la auténtica historia de Monegros y a esos djs que echamos en falta. Momento final mágico el que se vive todos los años, con la familia Arnau en el escenario fundiéndose en un abrazo conjunto con el dj y el público mientras sonaba un último "Right In The Night" bien entrado el día. Y un verano más, Monegros Desert Festival llegó a su fin a las 12:00 tras 22 horas de desfase.

Una organización que cumple con nota en las dificultades

Hay fallos, por supuesto, pero siempre empezamos elogiando a la organización por ser capaz de desarrollar un festival de esta envergadura, una ciudad temporalmente autónoma, con ese nivel de calidad y detalle en medio de la nada.

Se agradeció contar con más puntos de agua disponible, aunque hacia el final no funcionaran todos correctamente; o la rapidez en las barras, aunque sea reseñable la poca cantidad de los combinados y la falta de botellas agua al final (cuando más se necesitan) en muchas de ellas. Hubo momentos de gran tensión, como en la salida de las 4:00 que se retrasó media hora por controles de seguridad y que formó una aglomeración angustiosa; o cuando dos descerebrados se subieron respectivamente a las cubiertas de El Pajar y Gashouder y la seguridad tuvo que lidiar con ello. Estas y otras cosas (como largas colas en el ropero, muy mencionado en redes pero que nosotros no vivimos) que dejan margen de mejora pero que, en conjunto, no empañan el buen hacer de un festival veterano. Muy buen sonido, y una experiencia inmersiva (no tan literal como la de Sonidos Líquidos) en el desierto que hay que vivir al menos una vez en la vida. Y si pueden ser varias, mucho mejor.

Llegando al final de la crónica habréis notado que no hemos hecho mención a uno de los escenarios a día de hoy más icónicos y singulares: el avión. Entre paseos y bailes, cola constante para acceder, finalmente no nos embarcamos este año en ese vuelo. Eso es imperdonable, y solo nos deja una solución. Nos vemos en Monegros Desert Festival 2025. ¿Sientes ya la llamada del desierto?


Muchas gracias a Rosa y todo el equipo de Monegros por su atención y trato cercano. Fotografías de Toni Villén, Alba Bouvier y Hara Amorós.