Dreambeach (II)
El segundo día de festival se planteaba igual o mejor que el primero, ya que artistas de primera línea no iban a faltar (sólo Josh Wink por retrasos en sus vuelos), aunque algo más corto ya que el cuerpo aguanta lo que aguanta. Y la resistencia es inversamente proporcional al fiestón que te hayas pegado el día antes.
Pese a que llamaba la atención entrar a ver el live de Anthony Rother, entre unas cosas y otras acabamos entrando casi al final del set de Mauro Picotto donde esperábamos escuchar su clásico noventero “Komodo” pero no pudo ser. Aún así no podemos quejarnos de lo que pudimos disfrutar del super-dj italiano. Buen calentamiento para lo que nos esperaba. En mi opinión, las tres mejores horas del festival en manos de dos genios.
Dicen que lo bueno se hace esperar, y mientras montaban el escenario lleno de luces a Vitalic pasó casi media hora. Pero sin duda alguna cada uno de los asistentes (cada vez más en torno al Barceló Stage) teníamos claro que merecía la pena. Desde el principio Pascal Abrez desprendía un halo místico, flanqueado a ambos lados por su piano y batería. Y es que el show VTLZR que se ha montado (con un estudio de arquitectura, por cierto) facilita mucho crear esa atmósfera que desde los oídos te absorbe hasta el alma. 90 minutos de goce musical con ese sonido distorsionado a la vez que melódico propio del francés, que repasó su último álbum Rave Age además de sus clásicos. Puedo catalogarlo sin duda, después de Swedish House Mafia en el Tomorrowland, como uno de los mejores espectáculos audiovisuales que he visto nunca. Chapeau para un artista al que el apodo Brutalic se le queda corto. Única pega: que no nos pusiera “Fade Away”. Deseábamos cantarla entregados y al unísono.
Aún asimilando lo que habíamos vivido, tomaba el relevo en el escenario otro de los grandes del festival, ni más ni menos que Laidback Luke. Y es que el filipino nacionalizado holandés es un dj de los pies a la cabeza, de los pocos que de verdad podemos encontrar en el mundillo del “EDM”. Desde el principio tuvo al público en sus manos, esas que hacían dobles eles de varias formas distintas (postureo, pero a él se le permite) y que no paraban de retocar en la mesa lo que sonaba. Sesión frenética, cargada de temazos y pura energía donde mezclaba todo con todo y ningún drop correspondía a la canción que le precedía. Alucinante.
Detalle. Laidback Luke lucía unos auriculares pequeños (como acostumbra) en lugar de los típicos grandes. Y lo más destacado (aunque triste) es que los usaba continuamente, cosa que pocos hacían…
Y con las piernas aún temblando, fuimos al San Miguel Open Air donde no iban a descansar mucho. Y es que Pendulum ya tenía al público patas arriba. Público que sobrepasaba todo lo que se esperaba en ese escenario llegando casi hasta la noria. Y eso que aunque su formato dj set no sea ni la mitad de lo que fue antes de separarse, sigue siendo un fenómeno de masas para los amantes del drum&bass. Y cómo decir que no a bailar exitazos como “Tarantula”, “Blood Sugar”, “Watercolour” o “The Island”. Pogos multitudinarios y bailes desenfrenados eran la mejor prueba de ello.
Volvimos al Barceló a disfrutar de Feed Me. Había ganas de ver a Jon Gooch después de sus declaraciones que dejaban entrever que quizá no volviéramos a verle detrás de los platos. Sesión elaborada y elegante, mezcla de un electro que acababa rompiendo en dubstep. La gente con un estilo personal siempre triunfa, y aunque no fuera lo que más me apetecía en esos momentos de la noche, no decepcionó.
Otro de los descubrimientos (personales) del fin de semana fue James Zabiela. Y es que su constante moviemiento en cabina (más intenso que muchos de los que le bailaban) con la cabeza arriba y abajo, demuestran que el británico que dijo en su día “me gustaría tener un brazo más para poder pinchar mejor” disfruta haciendo un tech house muy animado con abundancia de loops.
Y para cerrar un festival qué mejor que terminar de destrozar el cuerpo del todo. Ya con el sol en todo lo alto rechazamos a Los Suruba en el Barceló y tras dudar con Pepo, acabamos viendo a uno de los capos del techno en el Dreams Tent. Y ese no es otro que Ben Sims. Potencia y groove para acabar el día (o empezar uno nuevo). Salimos del reciento ya hasta el año que viene con las piernas reventadas, los oídos zumbando y una sonrisa en la cara. Así, SÍ.
Bastante buena organización en general del festival para ser su primer año, aunque contaba con la base de una larga y buena herencia. MUCHAS GRACIAS a la familia que formamos y toda la gente, amigos y vecinos de camping que nos ha ayudado a disfrutar más de este festival, ya sea desde Teruel, Jaén, Sevilla, Almería, Madrid (altas inesperadas de última hora) y demás. Porque no se por qué, los amigos que haces en un festival no se olvidan de un año para otro.
Y dentro de un año, ya sabéis dreamers… #GOvillaricos! ¡Menuda animalada de festival!