El día que iba a ver a Wally López en Estocolmo y me echaron por español
El día que iba a ver a Wally López en Estocolmo y me echaron por español. Suena tan irónico como interesante, lo sé. Y es una historia que prometí contar al público, así que… al lío.
Estando de viaje de estudios (nunca reñido con el ocio) en la bella ciudad de Estocolmo, se nos ocurre la feliz idea de salir de fiesta allí. Suecia, una de las cunas más destacadas de la música electrónica europea bien famosa por su house mafia. Y nada más pensar en ello, aparece ante nuestros ojos un cartel revelador en la calle: Wally López pinchaba esa misma noche en Solidaritet, y se podía entrar gratis por listas. Blanco y en botella. Yo prefería algo más autóctono (o en su defecto Kryder, que iba la siguiente semana)… pero no sonaba mal el plan.
Volvemos al hostal, nos apuntamos en listas (ojo, recibiendo confirmación), cenamos y bebemos, nos ponemos divinos de la muerte y tiramos para la discoteca en cuestión, que viendo fotos pintaba muy bien. Hasta aquí, todo sobre ruedas.
Llegamos a la puerta, nos ponemos a la cola y llega el momento clave. Entregamos el DNI al puerta, que lo observa e inmediatamente se le dibuja una leve sonrisilla en la cara. Se lo pasa a su colega, que haciendo lo propio directamente dice que nuestros datos no aparecen en la lista. Ni nos dejan enseñarles el correo de confirmación ni siquiera plantear pagar para entrar. No era un problema de edad (28), ni de número (éramos 3), ni de aspecto (hechos unos pinceles). No. ¡¡Nos echaron al ver que eramos españoles!! Y lo peor y más irónico es que, en el interior, todos esperaban que les orquestara la noche un compatriota nuestro.
Digamos que tenemos una fama en torno al mundo de la fiesta que nos precede y no debe hacer mucha gracia en una cultura tan controlada como la sueca. Y bien se lo demostramos a lo noche siguiente en nuestro hostal, donde 60 españoles medio alcoholizados jugando a Furor (chananananana) hicieron temblar la ciudad entera, a las fuerzas del orden y nuestra propia reserva (casi acabamos todos en la calle, casi).
¿Tópicos? ¿Racismo nórdico? ¿Somos tan alborotadores como nos pintan? Cierto es que existe un alto y reconocido desprecio del norte a los habitantes del sur de Europa, pero también es cierto que las famas se ganan a pulso y nosotros bien sabemos hacer honor a la nuestra. Así que ya sabéis, nos tienen fichados. Debimos comentárselo al embajador…
Eso sí, una cosa tengo clara: ninguno de los altos y rubios asistentes al evento sabría pegarse la fiesta del house gafapasta de Wally como nosotros. Y en eso amigos míos, seguro que nos envidian.
PD: las despampanantes suecas son dignas de admirar (varias veces), pero mi ránking personal lo siguen liderando las croatas. Seguiremos informando.