El mundo no se acaba con las entradas de Tomorrowland

Efectivamente amigos. Aunque no lo parezca, hemos sobrevivido a la profecía de los mayas y no nos íbamos a quedar cortos ahora. Y aunque mucha gente (más de los que debieran) no lo crean, el mundo no se acaba con el SOLD OUT de las entradas de Tomorrowland.
 
He de reconocer que fue divertido leer por Twitter como se desarrollaba la venta de entradas de Chumorroulan, algo que en los últimos años había vivido con la tensión interior y no con el jolgorio exterior al tema. Esas entradas que, según dice la leyenda, el año que viene superarán los récords de Usain Bolt. Porque cada edición (y ya van diez) duran menos y menos… Hasta que acaben vendiéndose antes de salir a la venta (pasará, pasará).
 
¿Qué era lo más gracioso? Gente echando toda la culpa al petamiento del servidor, que era muy malo. Creo que estos genios deberían buscar uno que aguante las oleadas online de MILLONES de usuarios simultáneos, les deseo suerte. También lloraban desconsoladamente porque no habían logrado su sueño, lloraban porque su vida ya carecía de sentido, lloraban porque deberían conformarse con poner durante (otro) año entero “Tú y yo en Tomorrowland. Piénsalo.” día tras día tras día. Sí amigos, hablo de niñatos possers y lovers que solo se rigen por modas y postureo. ¿Me parece mal que escuchen electrónica y sean super-hiper-ultra-mega fans de SHM y Hardwell? No, para nada, no suelo ser hater. Simplemente me jode que esa manada de personajes acabe consiguiendo entradas que hay gente que realmente sueña con disfrutar, recorriendo cada escenario (hay vida más allá del main), sintiendo cada beat. Y no lo digo sólo por mí o los redactores de este blog, que ya hemos tenido la gran suerte de estar en el MEJOR festival del mundo (y ojo, mataríamos por poder volver).
 
Al grano, que se hace tarde. ¿A qué viene todo esto? A que no se acaba el mundo, no se acaban los grandes festivales, no se acaba la música. Hay grandísimas alternativas veraniegas por toda Europa: Balaton Sound, Ultra Europe (nosotros acabamos ahí el año pasado tras el fiasco de Tomorrowland, y fue una experiencia increíble), Creamfields, Global Gathering, Kazantip (para los más atrevidos), Pukkelpop, Awakenings y muchos muchos muchos más. Y no olvidar los festivales patrios. Y no olvidar que cada uno tiene sus bondades, aunque tenga menos arcoiris y setas gigantes.
 
Nuestro consejo: si has intentado ir a Tomorrowland y no has tenido la fortuna (realmente es lo más imprescindible para ir) de conseguir entrada, busca otras opciones, MUÉVETE. No te quedes sin festival. No seas un “Tú y yo en Tomorrowland. Piénsalo.”. No se acaba el mundo con las entradas de Tomorrowland.
 
Nota: a los que sí hayáis conseguido la ansiada pulsera que te permite el acceso a ese cuento encantado con la mejor BSO electrónica posible, disfrutadlo como se merece y veníos más arriba aún sintiendo la envidia (mala o buena, según el caso) de millones de seres que pueblan todos los rincones del mundo y que lucharon hasta el último click por eso que vosotros tenéis. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.