God is a DJ: de la religión al clubbing
Ibiza, finales del mes de julio del pasado verano. En la sala Freddies del mítico Hotel Pikes. A los mandos, desde hacía unos minutos, Sister Bliss de Faithless. Suena acid house noventero por el potente equipo Void. Los focos apuntan la bola de discoteca —sin duda, la más bonita de la isla—. Éxtasis en comunión del centenar de personas que bailan frenéticos y al unísono en la sala. Uno de esos haces de luz reflejados ilumina uno de los crucifijos de la pared mientras sube la música. En ese momento, tengo una revelación personal que la propia Bliss ya sabía hace tiempo, con ese mantra que tan bien enunciaba su compañero Maxi Jazz, recientemente fallecido:
For tonight, GOD IS A DJ, This is my church
Empezamos fuerte el nuevo año. Desde el respeto a todo tipo de credos, en este artículo analizaremos la relación entre distintas religiones y el clubbing. Que cada cual elija su templo.
Históricamente, géneros como el house —en lo que influye su ascendencia afroamericana e relación con géneros como el gospel— han estado muy vinculado con la religión, siendo fácil establecer esos paralelismos entre el club y la iglesia. La cadencia repetitiva de la música se asemeja a los elementos mántricos, algo que se potencia con la sensación que tiene el asistente no de visualizar una obra sino formar parte de ella, del rito. La música como mantra, el club como templo (entendido no sólo como lugar de oración sino centro de reunión social), el DJ como el nuevo chamán o pastor, enarbolando ese mensaje de liberación, seguridad y fuerza entre su comunidad como si de una liturgia semanal se tratase. Los mismos parroquianos de siempre, más otros que en función de la fama del lugar se acercan a modo de peregrinación (que se lo digan a Berghain).
“Después de estar varias veces en el Planet, me pregunté si acaso no estábamos fundando una nueva religión. Una especie de protorreligión pagana cuyos adeptos y tribus se reunían todos los fines de semana para realizar las danzas rituales en su templo, adorando así al dios Groove y reforzando el sentimiento de comunidad” - 3Phase, en “Der Klang Der Familie. Berlín, el techno y la caída del Muro” (pág. 168)
Esa idea de dj como pastor alcanza su cénit en una figura tan reconocida como Robert Hood: el americano es, literalmente, una de las figuras más destacadas del techno de Detroit (miembro de Underground Resistance) y ministro de la iglesia cristiana. Y ahora su alias Floorplan —y su pasión por las dos facetas— lo comparte junto a su hija Lyric. El artista no ha escondido nunca su manera de ver la vida y la similitud entre ambas situaciones ("Cuando estoy tras los platos de dj estoy en un púlpito. Para mí la música es una forma de predicar la palabra de Dios") y siempre ha declarado que ve conexión directa entre la música electrónica y la religión ya que para él —y como mencionamos antes— el house viene del gospel. No hay más que escuchar himnos suyos como "We Magnify His Name" o "He Can Save You", y —más aún— vivirlos en una pista de baile abarrotada y entregada a la causa para entenderlo.
Una experiencia compartida en torno a una misma ¿fe?. Un claro ejemplo lo encontramos en los célebres “Saturday Mass” (literalmente, “Misa de sábado”) comandados por el mítico Larry Levan hace cuatro décadas en el neoyorkino Paradise Garage, prototipo del club moderno, que reunía semanalmente a sus feligreses. La periodicidad e incluso la estética (con vestimentas propias para la ocasión, como si fuera un “traje de domingo”) son patrones de comportamiento que ejemplifican la mar de bien estas similitudes.
“El Loft me abrió el cerebro. Íbamos a su casa cada sábado. Era algo religioso. Era nuestra iglesia. La atmósfera de la fiesta era increíble. No era un club. Era una historia de familia. Jamás había el menor problema. No se excluía a nadie. La gente estaba totalmente mezclada. De todas las edades” . - David Morales, en “Techno Rebelde. Un siglo de músicas electrónicas” (pág. 138-139)
Si nos ponemos densos, el antropólogo Georges Lapassade consideraba el movimiento techno y rave como un derivado del éxtasis trance de los chamanes sudamericanos y africanos –ya dijo Brian Eno en una entrevista para Wired “La música clásica es música sin África”– o de la tarantela (pizzica) del sur de Italia.
El periodista y escritor Simon Reynolds, autor de libros más que recomendables como "Energy Flash", destaca la similitud de los ritos paganos prehistóricos con un programa de la cultura rave, casi a modo de profecía. Ritmo, movimiento, colectividad, droga; ritual.
“El rave es más que música más drogas; es una suma de un estilo de vida, un comportamiento de tipo ritual y unas creencias. Para el que participa es como una religión; desde el punto de vista del observador común, parece más bien un culto siniestro” . - Simon Reynolds, en “Energy Flash. Un viaje a través de la música rave y la cultura de baile” (pág.27)
Muchas similitudes y mucho por reflexionar. “Religiosa” o no, lo cierto es que la escena electrónica (la buena) es comprometida con los derechos fundamentales, con la idea de comunidad y con los grupos más desfavorecidos. El club como lugar de unión y de peregrinación, como evasión, como refugio; el club como templo... del baile.
Nuestro mayor respeto y reconocimiento por Maxi Jazz (1957-2022), descansa en paz leyenda.