La noche que Pional eclipsó a un eclipse
El pasado viernes tuvo lugar el eclipse lunar más largo de lo que llevamos de siglo. Más concretamente, una "luna de sangre" teñida de rojo gracias a la situación de la Tierra entre el sol y la luna y la dispersión de Rayleigh (gracias, Google). Y nosotros decidimos vivirlo desde el madrileño parque de Pradolongo con un evento musical al aire libre —como no podía ser de otro modo— que formaba parte del programa Veranos de la Villa ofertado por el Ayuntamiento (dentro del mismo programa pudimos disfrutar hace unas semanas del sensible directo clásico-electrónico de Ólafur Arnalds).
Total, que tanto bombo al hecho especial y espacial, para que al final acabásemos prestando más atención a otro astro: Pional. Y es que el músico local acabó eclipsando a un eclipse, pocos pueden decir eso.
Las 21:30 era la hora de inicio del set —lo mismo que del eclipse— que se prolongaría dos horas, con una pequeña pero bien equipada cabina al borde del lago. Y no estuvimos solos, pues cerca de 10.000 personas también pensaron que era la mejor forma de pasar la hora de la cena del viernes, identificando a un público curioso —multigeneracional y multicultural— que bailaba al mismo son, en un parque público, la cuidada selección de Miguel Barros bajo el embrujo de la luna. Qué panorama tan bonito.
Porque Pional desplegó todas sus armas, seduciendo desde el inicio con su clase habitual —qué bien suena "Tempest" en manos de su creador—, bombo marcado, sonidos tribales, bombazos pisteros como "Bongos & Tambourines" (Simple Symmetry Remix) y vocales melosas que mantuvieron los ánimos en lo alto y los pies en movimiento de inicio a fin. Ni pararse a cenar tranquilo en plan picnic podía uno, y eso que se formó uno enorme allí mismo. También hubo hueco para las leyendas, como un homenaje al rey del pop desde el "Michael Never Stops" de Christopher Doron, la revisión de Alma & Mater al mítico y siempre eficaz himno "Born Slippy" de Underworld (así se vivió) o el memorable momentazo final rescatando "All Night Long" de Lionel Richie que nadie allí presente podrá olvidar.
Ovación del respetable al dj y nueva mirada a una luna que ya recuperaba su brillo habitual, a sabiendas que durante el eclipse los focos se los llevo otro. Y algunos de los asistentes que no pudieron evitar meterse al lago no sabemos si en busca de un camino de vuelta mejor, pero seguro más refrescante. En conclusión, una experiencia electrónica, urbana y familiar, que esperamos poder repetir muy pronto. Y no, no hace falta esperar al siguiente eclipse.