Mad Cool Festival debuta por todo lo alto
Hace escasas semanas asistimos a la primera y exitosa edición de un festival que desde que se dio a conocer –con artistas de la talla de Neil Young, Two Door Cinema Club, Flume o The Prodigy– creó mucha expectación, llenando un hueco en la amplia demanda del centro de la Península. Barcelona tiene el Primavera Sound, Bilbao tiene el BBK y, desde este año Madrid tiene el Mad Cool Festival.
Surgido de la nada en un ambiente ciertamente hostil con los macroeventos como es Madrid, Mad Cool Festival arriesgó y ganó. Argumentos de calidad para triunfar no le faltaban, y ante ellos se rindieron más de 100.000 asistentes –una media de más de 30.000 asistentes por día–. Una pasada.
El enclave escogido era el amplio y polivalente recinto de la Caja Mágica –con hasta seis escenarios divididos entre interior y exterior–, más que acondicionado para la ocasión. Suelo completamente cubierto de césped artificial, baños limpios regularmente, Wi-Fi de prensa que cubría todo el recinto, una noria y palmeras al más puro estilo Coachella y una oferta gastronómica para todos los gustos posibles son algunos de ellos. Los detalles marcan la diferencia, y la organización de Mad Cool Festival bien lo sabe. Y si bien días antes saltaban las alarmas por la integridad del suelo… todo quedó desmentido antes de la celebración del evento. Ni un segundo dudó la gente en botar al son de sus canciones favoritas.
JUEVES 16
Llegamos al recinto y recogemos rápidamente nuestra acreditación de prensa cuando el festival ya había echado a andar. Aunque trabajáramos a la mañana siguiente, era difícil resistirse a acudir, pues citado para el jueves estaba uno de los cabezas de cartel y mayores atractivos del festival. ¿Quién? The Who.
Empezaban los nervios y un público bastante numeroso y, digamos, talludito se arremolinaba en torno al escenario principal dispuesto a disfrutar con la música que les vio crecer. Y eso era aplicable a muchas generaciones, pues cincuenta años de carrera dan mucho de sí. Miles de nostálgicos fans, teleadictos de CSI y otros tantos curiosos –entre los que nos encontramos– corearon clásicos de los incombustibles británicos como “Who Are You”, Behind Blue Eyes”, “Pinball Wizard” o “Won’t Get Fooled Again” al final.
Cuando intentamos acercarnos a beber una cerveza a la barra o cuando después lo intentamos en el baño para desbeberla, nos dimos cuenta de que el caos se estaba adueñando de parte del recinto. El sistema cashless de las pulseras se rebeló, generando colas de más de media hora para casi cualquier cosa (algunos ya ni sabían para que esperaban) y un malestar general que enturbió las buenas sensaciones que estábamos teniendo.
Entramos a la Caja Mágica buscando en Monarchy sonidos más contundentes, y vaya que los encontramos. El electropop en directo de los enigmáticos londinenses –en formato trío con guitarra, batería y mucho sintetizador– retumbaba en el estadio con temazos como “Maybe I’m Crazy” y “Dance Like Hell” o cerrando versionando “Lithium” de Nirvana. Asombroso.
VIERNES 17
Arrancamos el viernes con Stereophonics en una dosis de pop de manual, más que agradable para esas horas en las que el sol aún lucía en lo alto, con especial énfais final con “Maybe Tomorrow”. Cogimos unas cervezas –comprobando que los errores del día anterior con las pulseras y las barras estaban más que subsanados y olvidados– y, mitad concierto de Temples mitad partido de España en la Eurocopa, aprovechamos para cenar y prepararnos para lo que nos depara el día. Subían las pulsaciones.
Caribou suponía para nosotros uno de los mayores reclamos del festival. El sonido del canadiense Dan Snaith y su banda tiene un yo que sé, un qué se yo que engancha y mucho. Aunque bien es cierto que nuestro concierto soñado acabó acercándose a una pesadilla, y no por lo musical. El aforo en la pista nos condujo hasta la grada, donde pronto hubo mucha más gente que sobre la tarima. Al ser barandillas de vidrio –con el peligro que eso podía conllevar– la numerosa seguridad de Mad Cool Festival decidió restringir en mucho los movimientos de los asistentes.
Que conste que estamos completamente a favor de toda seguridad en los festivales, pero con lógica. Siguiendo las indicaciones del personal acabamos poco menos que en la última grada cuando abajo sobraba más espacio, y ni con esas nos quitamos a un miembro de seguridad de delante tapándonos el escenario y diciendo casi que nos sentáramos. Sin poder bailar o apenas ver, resulta difícil disfrutar de un concierto de este calibre. En cuanto al discurso musical, escuchamos lo que esperábamos. Caribou, silueteados por una potente luz posterior, respondían al clamor del público como mejor saben hacer, con temazos propios como “Our Love”, “Mars”, “Can’t Do Without You” o “Sun”.
Enfilamos el camino de regreso al escenario principal escuchando de fondo el sobrecogedor “The Funeral” de Band Of Horses, con muchas ganas de ver que podía ofrecer The Prodigy sobre el escenario. Diversión, sudor y pogos. Entre el público nos topamos con un señor que fácilmente superaba los sesenta años, lo que no le impedía darlo todo, todo y todo con la siniestra música de los de Essex. Un referente, un ídolo.
The Prodigy, liderados por Liam Howlett, desplegaron todo su repertorio sin dejar un solo segundo de descanso a un público entregado a su sonido atronador. Keith Flint y Maxim soltaron por esas boquitas más ‘fucking’ que casi asistentes había (¡uy si les llega a escuchar mi abuela tanto taco!) adornando típicas frases de concierto y alternando clásicos del bigbeat de los noventa como “Breathe”, “Smack My Bitch Up” o “Firestarter”, del nuevo milenio como “Vodoo People”, “Omen” o “Invaders Must Die” y de su último álbum ‘Today Is My Enemy’ publicado el pasado año. Repertorio y energía no les falta, pero ya dejaron atrás sus años de gloria.
El sonido electro-rave-rap de los sudafricanos Die Antwoord es tan inclasificable como su estética, y si algo les caracteriza es ser únicos en su especie. Sea la que sea. Despiertan amor y odio, adicción y grima a partes iguales. Yolandi Visser y Ninja, bien orquestados por el enorme y ‘deforme’ Dj Hi Tek –que soltó un poquito de trap en los interludios–, tenían ‘la respuesta’ a las plegarias de los festivaleros que querían terminar de quemar las fuerzas que les quedaran. Comenzaron una actuación épica con un himno a la altura: “Las Valquirias” del compositor Richard Wagner. Con Ninja lanzándose al público al grito de ‘fuck your rules!’ y Yolandi cambiándose de modelito a cada canción como si de un desfile se tratase, las imágenes grotescas que les caracterizan se adueñaron de las pantallas y con “Pitbull Terrier”, “Fatty Boom Boom” o “I Fink U Freeky” la locura lo hizo de Mad Cool Festival. Desmadre a la sudafricana.
SÁBADO 18
El sábado fue el único día que asistimos al festival en coche, y la verdad que el servicio de parking funcionaba a la perfección (el jueves maldito por lo visto no tanto), con espacio de sobra y lanzaderas constantes. El mítico vaquero Neil Young, cabeza de cartel del festival, se presentaba en Madrid junto a la banda Promise Land en un espectáculo folk rock cuanto menos épico, algo que supimos reconocer pese a no ser seguidores de este tipo de música. Más que entendible la emoción palpable en los acérrimos fans del canadiense.
Conscientes de lo ocurrido el día anterior, fuimos a la Caja Mágica con margen de una hora para coger sitio en primera fila. Pero cuando llegamos vimos que no éramos los únicos que habíamos pensado que por disfrutar de la primera visita de Flume a nuestro país (antes de Mad Cool Festival también estuvo el mismo fin de semana en Sónar) merecía la pena esperar. Magia en forma de future bass, trip hop y demás electrónica experimental. Piel de gallina.
El australiano comenzó entre cubos luminosos con “Helix”, intro también del álbum ‘Skin’ que venía a presentar y que obviamente tuvo mayor peso durante su actuación, con unas visuales magnéticas y con el público celebrando hits como “Smoke & Retribution”, “Say It” o “Never Be Like You”. Pero no dejo de lado su debut homónimo ‘Flume’ con temazos con “On Top” o “Holdin On” y sus más que aclamados remixes a “Tennis Court” de Lorde y, reservándolo para el cierre como no podía ser de otra forma, “You & Me” de Disclosure. Una actuación memorable en la que Flume demostró con creces por qué con apenas 24 años es ya un artista consagrado y de culto. Y lo que le queda. Cuando terminó, bajó con una sonrisa de oreja a oreja a saludar al público español que pronto lo engulló entre gritos, entre los que pudimos escuchar algún que otro ‘¡Harley, cásate conmigo!‘.
Volvimos al escenario principal para bailar el enérgico directo de la banda irlandesa Two Door Cinema Club, que presentaba su último single “Are We Ready?” y que mantuvo a los asistentes vibrando y canturreando hasta el broche final con “What You Know”.
Aún quedaba por delante, como colofón, la actuación buenrollera de Capital Cities –y su más que previsible despedida con su himno “Safe and Sound”– cuando nosotros enfilamos el camino de vuelta a casa, eso sí, bien satisfechos.
En resumen, un festival novel que ha debutado con la cartel, infraestructuras y galones que ya quisieran muchos veteranos. Un festival que desde el primer momento generó muchas expectativas e ilusión que a la postre ha sabido cumplir. Podemos corroborar que Mad Cool Festival ha debutado por todo lo alto. Sólo una cosa más que añadir… ¡ya estamos esperando que llegue Mad Cool Festival 2017!