¿Conoces la premisa Dance like nobody is watching? Olvídala. Al menos si estás en una Boiler Room, como la que disfrutamos en Madrid el pasado jueves. Un evento muy especial que sirvió de fin a la gira True Music —tras su paso por Johanesburgo y Moscú— organizada por Ballantines y orquestada por Maya Jane Coles.
Tanto para el público como para el organizador del evento. Un total de 1400 personas se dieron cita en una engalanada Sala La Riviera para uno de los eventos más multitudinarios de la marca, aunque bien es cierto que su mayor cantidad de su público reside al otro lado de la pantalla: cerca de un millón de personas siguieron en directo la Boiler Room x Ballantines Madrid a través del streaming. ¿Recuerdas la primera frase? Everybody was watching!
Sintiendo habernos perdido el día anterior el interesante Forum musical, entramos a una Sala La Riviera irreconocible en la que Opium Hum —figura fundamental para Boiler Room— ya calentaba el ambiente con una sesión cargada de house. Qué poco se habla de las bebidas espirituosas y que importantes son en todas las fiestas. En esta en concreto no había elección posible. —¿Me pones una cervecita? —Sólo hay whisky. —Pues nada, ponme dos.
De combinados iba la cosa. La velada, con doce artistas de primer nivel nacional y foráneo, se centraba en un formato de set realmente atractivo: el back to back. Y fue interesante ver las distintas formas de compenetrarse y llevarlo a cabo, desde compartir mesa una mano sobre otra a turnarse a los platos por temas. Algún combo ya contrastado, otros realmente innovadores. También merece la pena recalcar que no se siguió una línea común o progresiva a lo largo del evento: cada pareja de artistas enfocaba su vídeo como quería.
Comenzaba la retransmisión con el curioso dúo original de Barcelona formado por Uroz y Sano —uno tan contenido, otro todo lo contrario— que realizó un set muy divertido y descarado del que esperamos pronto hacernos con el tracklist. Vocales en español bajo bombos percutivos, filtros y recuerdos a leyendas como Daft Punk o Chimo Bayo.
Seguía el turno con más talento nacional en las destacadas figuras de Eduardo de la Calle y Marc Piñol. Si la anterior Boiler Room organizada en Madrid por Ray Ban (podéis leer la crónica AQUí) tenía el vinilo como protagonista, ésta le tenía su hueco reservado al plástico durante este B2B. Un back to back llevado a la máxima expresión, con uno rebuscando en las maletas mientras el otro ponía un track. Un set que, pese a tener buena selección pero cierta apatía de sus protagonistas, no terminó de cuajarnos en conjunto y nos dejó —y a juzgar por lo visto, a buena parte del público— un tanto fríos.
Boddika cogió los mandos, que compartía de tanto en tanto a su compañero Shlomi Aber, y desde el arranque con "Drive" de Robert Hood hasta el cierre no bajaron el ritmo. Aún resuena en nuestros oídos el "Kawasaki" de 2000 And One que vivimos tras la cabina, levantada —nos hubiese gustado más a pie de pista— y rodeada por sus cuatro costados de gente bailando frenéticamente. ¿Conocéis la página esperpéntica y divertida web Boiler Room knows what you did last night? Bien, esos personajes existen. Y si no se ponen solos delante de las cámaras, éstas saben encontrarles reptando entre la multitud.
Andrea Oliva y Monika Kruse. Monika Kruse y Andrea Oliva. ¡Qué pareja de baile! Nos comentaba el suizo antes del set —su debut en Boiler Room— que tenía ganas de volver a compartir cabina fundiendo su groove tech house con las melodías techno la germana. Algo que querían hacer desde su primer y único set juntos... allá por la Off Week de hace lo menos tres años. Complicidad, respeto, sincronización, alegría... ya quisieran muchos recién casados tener ese nivel de química. Y eso se notaba en la pista, vaya que sí. "Vermona" nos indicaba que tan delicioso set estaba cerca de su fin.
Ovación, móviles en alto y nervios para recibir a la jefa. Maya Jane Coles ha orquestado toda la gira True Music de Ballantines y Boiler Room —lo que le ha valido incluso para publicar algo de nueva música—, y llegaba a Madrid con intención de ponerle un broche de oro. A su lado, su amiga Kim Ann Foxman ataviada con una camiseta de la recientemente fallecida Bimba Bosé. Rollazo, calidad y musicón, mucho, es lo que ofrecieron.
Y si la presencia femenina había sido notable, dos reinas se encargaban de cerrar la gala. Poder ver a Cassy o Anja Schneider es una delicia, juntas un privilegio. Una pena que no pudiéramos quedarnos al cierre, el día no era tan juernes como creíamos y tocaba madrugar. Menos mal que pudimos verlo —y de paso, rememorar toda lo acontecido anteriormente— en la oficina. Gracias, Boiler Room (Y de paso, gracias a Marta por todas las facilidades).
Fotografías: Juanlu Vela