Crónica: David August en Primavera Tours, de la atmósfera al barro
La pasada semana disfrutamos en Madrid –y también se pudo en Barcelona– de la visita del respetado compositor electrónico David August, dentro de la programación de Primavera Tours que alimenta la temporada de alicientes musicales a la espera de una nueva edición del festival. Y qué alicientes.
La Sala Nazca era el enclave escogido para el concierto. Llegaba la hora en el reloj y estaba aún lejos de llenarse, pero el ambiente –con bastante extranjero, todo sea dicho– tenía ese aire gafapasta electrónico que delataba que los que estábamos allí era porque sabíamos a lo que íbamos. Bueno, "sabíamos". La verdad que nosotros no teníamos muy claro qué esperar del live del artista alemán –ese que nos encandiló hace más de diez años con su visión personal del deep house en sellos como Diynamic o Innervisions pero que con el tiempo ha ido mutando en múltiples formas– y sin duda nos llevamos una sorpresa.
Pasados unos minutos de cortesía, apareció una silueta en el escenario. Silueta que se mantuvo de principio a fin, pues la propuesta escénica era sencilla y directa. Humo, color y un artista recortado en negro sobre la luz. Y si algo define esta puesta en escena es el uso expresivo y preciso del color, con una iluminación sencilla pero efectiva reducida a lo esencial –RGB, para ser exactos–. Esencial también eran las armas para su live, y mentiríamos si no dijéramos que esperábamos algo más de hardware sobre la mesa.
Con todos estos ingredientes, arrancamos un viaje musical dividido claramente en tres actos, donde David August nos llevó por donde quiso. Solo había que subirse a su barco.
Acto I: AZUL. El viaje empezó con un aire onírico y atmosférico, donde el artista alemán mostró su faceta más ambiental, tejiendo vibrantes paisajes sonoros que apenas se interrumpían por crujidos del bajo y glitchs, ante un público que se mantenía estoico en el sitio, asimilando lo que ocurría.
Acto II: ROJO. Y cambió la luz, y con ella, el sonido. Etapa de transición donde los breaks fueron abriéndose paso dejando el ambient atrás, e introduciendo una nueva diversidad de sonidos más orgánicos y étnicos.
Interesante fue ver el desarrollo de la pista, primero de escucha y después de baile. Según avanzaba el concierto, unos pocos empezaban a moverse contagiando y expandiendo –poco a poco– el movimiento a los de alrededor, arrinconando en la parte trasera a los que aún se resistían a soltarse. Una especie de rito comandado por el chamán David, una experiencia de escucha colectiva más evidente que en cualquier evento de clubbing.
Acto III: VERDE. Y llegó el final, con una liberación más visceral donde el drum & bass y el breakbeat se apoderaron de la sala y de la gente. Y con ello, llegamos al final de este singular viaje tras unos 75 minutos. Un concierto que nos llevó de la filosofía a la física, de la atmósfera al barro.
En esta amalgama de sonidos sí reconocimos algún corte de sus últimos 'VĪS' o 'WORKOUTS', pero no sonó un "Epikur" –para nosotros, pieza de culto de la electrónica de los últimos quince años– que echamos en falta, pero a la vez sentíamos que ya no era su sitio. Porque si algo nos llevamos en claro, es que David August está en constante re-evolución.
Próximas fechas de Primavera Tours
La cosa no queda aquí. Primavera Tours no para, y ya ha anunciado multitud de fechas para los próximos meses a las que no perder la pista, donde nosotros destacamos hace unos días las de MØ y Monolink, sin saber que poco después anunciarían otras para marcar en el calendario con las visitas de Ofenbach y Satori. Una cuidada selección de artistas que no entienden de límites pero sí de buena música.