El pasado viernes acudimos a LAB Madrid por una cita muy especial. Ya comentamos en la previa que la sesión Be Renatta, referente en la capital de los sonidos melódicos, enfocaba el final de este prolífico año 2024 con unas fechas a la altura de las circunstancias. La primera, y que teníamos más marcada en el calendario, tenía como protagonista a uno de los artistas más queridos de esta nuestra casa: Joris Voorn. Desde hace ya 12 años, tenemos por costumbre ir a gozárnoslo una vez al año —como mínimo—a una de las visitas del holandés por nuestras tierras, recorriendo las mejores salas de la capital, tantos otros festivales e incluso noches para el recuerdo como un warehouse en Chicago o un all night long en la Estación Central de Amsterdam. La última que reseñamos fue el pasado mes de diciembre de 2023, y con este año encarando su recta final no podíamos dejar pasar la oportunidad de cumplir.
El holandés es un artista que, pese al paso del tiempo, no deja de agrandar su figura en el circuito electrónico, siendo capaz de lograr algo que no resulta fácil: ser fiel a su esencia a la vez que se actualiza y reinventa. Habitual en las cabinas de nuestro país y especialmente de nuestra ciudad, el arquitechno suma por éxitos cada una de sus numerosas visitas creando un vínculo ya indisoluble con el público español. Y es por una sencilla razón: no falla. Pero vayamos paso por paso a lo que ocurrió el pasado sábado. Al lío.
La velada comenzó con Josu Aramburu sirviendo los primeros beats a una pista que desde bien temprano recogía una buena masa crítica. La gente entró pronto y con ganas de pasar una noche para el recuerdo. Sus primeros tracks nos fueron embaucando y despertando recuerdos de la primera vez que le vimos, hace ya unos años, en una de las fiestas más especiales que hemos vivido con el imponente Museo Guggenheim vibrando al son de la mejor música electrónica de vanguardia. Cuando nuestra cabeza aterrizó de nuevo en LAB, asomaba la cabeza tatuada de Mike Gannu sobre la cabina dispuesto a tomar el relevo. El de Fayer dejó su impronta en la noche con un set de lo más bailable.
Marcaban las 3:00 en el reloj cuando llegó el protagonista principal. Una silueta inconfundible —aunque se ponga gafas— tomaba el mando. Justo el mismo viernes salía al mercado “Flora”, su último lanzamiento en colaboración con Jan Blomqvist, que obviamente tuvo su momento de disfrutonería con su habitual mirada al frente y palmada arriba bajo la máscara de la X. En conjunto, dos horas de selección impecable, cargada de energía, bombo, melodías, vocales y groove, donde destacaron tracks de su propio sello Spectrum —lo dijimos hace un año, ¡vaya catálogo están publicando!—, y un sinfín de remixes propios que como “Something More”, “Transmission”, “Numb” o su propio “Safe” junto a Monkey Safari tirando hacia el cierre, que concluyó —cómo no— un nuevo remix aún no publicado para el “Spirit Bird” de Xavier Ruud, que ejemplifica a la perfección su capacidad única de dar fuerza a la música más emocional.
Iokhonda fue el encargado de cerrar la noche, y de hacerlo subiendo el ritmo para disfrute de los que querían agotar su batería hasta el cierre. Cuando cogíamos el Uber de vuelta a casa ya nos preguntábamos cuándo sería la siguiente vez que disfrutaríamos del bueno de Joris. Las tradiciones están para respetarlas.
La sensación de vacío después de otra noche para el recuerdo se disipa rápido mirando al horizonte. Una lástima la cancelación de NTO de este viernes 22 por motivos personales —agendado de nuevo para mayo del próximo año, ¡ojo!—, pero el disgusto se pasa pensando en la visita de Mathame o Stephan Bodzin en pocos días. Agradecer la atención a los compañeros de LAB The Club y Be Renatta, siempre cercanos. Con lo que se viene por delante, estamos seguros de que volveremos pronto.
Parece una crónica más, sí. Pero con esta, un servidor firma su publicación número 1.000 en Beatsoup, y qué mejor que hacerlo reseñando —una vez más— a mi artista favorito. Porque esto es mucho más que música.