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RESIST, REJECT, REVOLT: La música electrónica como herramienta política

Frente a los debates estériles sobre qué género es más puro que el otro, qué dj es más competente que el otro, o qué caché es más justo que el otro, surge un espejismo alentador. La electrónica vuelve a por sus fueros como lo que realmente empezó siendo: un instrumento no sólo hedonista, sino políticamente reivindicativo. El baile como herramienta social.

R3 Soundsystem es una plataforma móvil en la principal manifestación de People's Vote el sábado 19 de octubre de 2019.

DETENGAMOS EL BREXIT AHORA.
ECHEMOS A LOS TORIES (partido conservador británico) AHORA.
ELECCIONES GENERAL AHORA

Un consorcio de DJs, equipos, festivales, clubes, soundsystems y clubbers que se unen en resistencia para rechazar el secuestro del sistema político británico. De ninguna manera la gente de este país será arrastrada de vuelta a la edad oscura por Boris Johnson y sus enemigos populistas de la derecha. ¡A la mierda con eso! Traed a vuestros amigos, pancartas, altavoces y todo lo que necesitéis para comenzar la revolución.

Así de claro es el enunciado de R3: RESIST, REJECT, REVOLT, un soundsystem creado por Block9 —organización activista liderada por el dj Gideön y Stephen Gallagher que explora el espacio donde arte, música, teatro y política convergen— que pretende sumar adeptos a la manifestación masiva en contra del Brexit que se celebrará en Londres próximo 19 de octubre. Y no estarán solos, pues ya ha enrolado en sus filas a iconos como Floating Points, Bicep, Ed Chemical de The Chemical Brothers, Erol Alkan, Midland, Daniel Avery, Luke Solomon, Matthew Herbert, Artwork o Bill Brewster, residente de Fabric. El eslogan "Fuck Boris, Fuck Brexit" resulta bastante clarividente.

Y no es la primera acción que realizan, pues el pasado 23 de marzo y en un marco idéntico ya participaron en una marcha que congregó más de un millón de personas clamando por la permanencia en la UE. Ellos, sumaron su granito de arena poniendo banda sonora a los cánticos y baile a las protestas en manos de artistas como Octo Octa, A Guy Called Gerald, HAAi o Prosumer.

Porque la música electrónica siempre ha estado muy vinculada a la revolución y a la lucha social, a través de una estrecha e innegable relación entre manifestación y fiesta (en este sentido, muy recomendables los textos del antropólogo Manuel Delgado): la fiesta se radicaliza y las manifestaciones se convierten en celebraciones.

Resulta imposible no recordar los sucesos ocurridos en Georgia el pasado año ("We Dance Together, We Fight Together") con miles de personas bailando en una rave reivindicativa frente al Parlamento de Tbilisi como respuesta al cierre de Bassiani. Más claro aún, las famosísimas Love Parade, esa serie de manifestaciones-festival surgidas en el convulso Berlín previo a la caída del Muro, y cuya misión política y social —el lema "Paz, alegría, tortitas" de su primera edición de 1989 abogaba por el desarme, la música como catalizador para el entendimiento y el reparto equitativo de los alimentos— se fue desdibujando con el paso de los años según aumentaba su perfil comercial y su masificación (llegando a congregar 1.6 millones de personas en Dortmund en 2008). O por qué no, los orígenes del festival serbio EXIT, que actualmente cuenta con uno de los Dance Arena más grandes de Europa y su origen se remonta a una extensa protesta estudiantil contra Milosevic, y que se dice intervino decisivamente en su debacle.

Pero volviendo al origen de este artículo, en Reino Unido encontramos algunos de los movimientos más radicales y reivindicativos surgidos desde las energías del segundo verano del amor. Grupos como Reclaim the Streets (RTS) —muy vinculados a la escena rave, al concepto de Zona Temporalmente Autónoma ideado por Hakim Bey y a la cultura DIY (do it yourself, hazlo tú mismo)—, canalizaron estas energías invadiendo y transformando mediante conquistas directas el espacio urbano (reclamando la ciudad para las personas frente a los vehículos), subidas de tensión a modo de fiestas callejeras, en repetidas ocasiones.

Con alguna primera acción de pequeña escala, la mayor actividad de Reclaim The Streets llegó a partir de la declaración del Criminal Justice and Public Order Act de 1994 (una reforma de ley aprobada en el Parlamento de Reino Unido que llegó a perseguir no sólo un tipo de evento, sino un tipo de música de "ritmos repetitivos") y su drástica reducción de libertades civiles.

Un inquieto y joven Gideön empezó a forjarse en estas manifestaciones hace más de 25 años. Ahora vuelve a ello, y con él todos los principios socioculturales que abandera una música electrónica desvirtuada a lo largo de las últimas décadas hasta el momento actual, dónde lo que comenzó siendo una oda a la música, a la comunidad y a la libertad, se ha convertido en un negocio muy lucrativo estructurado bajo las pautas de los dividendos. Rescatando a Aristóteles y su potencia frente acto, la música electrónica se enfrenta su capacidad de poder ser frente a lo que realmente es a día de hoy.

En 2018 el número de raves en el Reino Unido se duplicó. Quizá la pregunta ya no sea si estamos ante el tercer verano del amor, sino... ¿podrá, entonces, la música electrónica tumbar el Brexit a base de ritmo?


Fotografía 01: People's Vote, marzo de 2019
Fotografía 02: We Dance Together, We Fight Together, mayo de 2018
Fotografía 03: Love Parade, julio de 1991

Fotografía 04: Reclaim The Streets!, mayo de 1995
Fotografía 05: Protesta anti-Criminal Justice Act, julio de 1994

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Arquitecto y comunicador, más madrileño que el oso y el madroño. Obseso de la buena música en general y de la electrónica en particular, de toda. Beatsoupero desde pequeñito. CEO.
Madrid
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