A Summer Story 2019 queda para los libros. Un éxito rotundo de su Quinto Aniversario, capaz de reunir a 100.000 asistentes y 70 artistas en la Ciudad del Rock los pasados viernes 21 y sábado 22 de junio, con una producción sobresaliente a la altura de los grandes eventos que ha ayudado a poner a Madrid —junto con la propuesta de Paraíso— de nuevo en el centro del mapa (festivalero).
VIERNES 21
El viernes el Mainstage Barceló era para el sonido underground, ese espíritu Winter que vio nacer todo lo que la organización ha sido capaz de construir hasta hoy. Y como uno de los principales reclamos, Don Carl Cox calentaba la noche repartiendo techno para todos. Una sesión memorable donde no faltaron los Oh Yes! Oh Yes!
Las visuales y el gran sonido acompañaban la hora y media que el británico estuvo a los mandos. Podría haber estado lo que él quisiese. El rey prevalecerá. Todo ello en un escenario principal impresionante audiovisualmente que acogió nombres como Andrés Campo, Nic Fanciulli, Paco Osuna o Richie Hawtin. Sabiendo que de gustos no hay nada escrito, a nosotros la sesión que se marcó el canadiense no terminó de engancharnos. Loops infinitos que no acababan en nada y bombo, bombo, bombo. Todo el rato. El nombre no lo es todo.
Cambiando de escenario y buscando sonidos más houseros, el español CID dio el relevo a un carismático Don Diablo con la pista a reventar desde el inicio, se notaba el aumento de público de esta edición. El holandés estuvo más flojo, predecible y menos innovador en su sesión que en otras ocasiones, sin embargo, la masa allí congregada no paro de saltar, bailar y de cantar los temas más míticos del mesías del future house como Knight Time o What We Started y, por supuesto, hubo momento para recordar al bueno de Avicii. ¡Que nunca nos falte su música!
Pedían turno Third Party, quienes volvían a Madrid por enésima vez (¡cómo gusta su progressive house por aquí!) pero con su nuevo directo LIIIVE bajo el brazo, dando un cariz totalmente distinto a esas melodías que tenemos ya tan interiorizadas. Ya cerca del cierre, tras una parada técnica y de disfrutar de todos los escenarios del recinto, volvíamos para descubrir al tapado de la noche, Borgore. Mucho más a gusto sin tanta gente, se podía bailar cómodo. Lo necesitábamos, pues la sesión que nos había preparado el israelí era un frenesí, un desparrame, ¿recordáis Tsunami?. Dubstep, Trap, Bass, Electro... una mezcolanza perfecta que nos dejó con una sonrisa de oreja a oreja y totalmente muertos con dirección al coche, a sabiendas que ver el potente closing de Adam Beyer en el Mainstage o Fatima Hajji en un escenario UMAMII que tomaba al testigo al pionero Live Stage nos condenaría la salida y había que volver al día siguiente.
SÁBADO 22
Pese a que los cantos de sirena de Oro Viejo nos llamaban desde la puerta (escuchar "Insomnia" nada más poner un pie en un festival hace estremecerse a cualquiera), seguimos firmes en nuestro camino hacia el escenario que el segundo día estaba enfocado en el sonido EDM. Ojo, más retrasado que en años anteriores, siendo bastante palpable el aumento de recinto para este aniversario. Nuestro objetivo estaba claro, al fin y al cabo era una de las grandes razones de nuestra presencia allí: Above & Beyond.
La formación británica no defraudó, alternando producciones más nuevas con sus grandes himnos y trasladándonos cinco años atrás a los momentos más mágicos y emocionantes de un debutante A Summer Story. Amor, comunión, energía y buenas sensaciones (qué juego dan esos mensajes motivacionales en la pantalla) en forma de música trance que eriza la piel por dentro y por fuera. Life is made of small moments like this rezaban al cierre, y no podemos estar más de acuerdo. Gracias, de nuevo, por sacarnos esa sonrisa.
Óscar Mulero comenzaba a hacer su viaje astral al olimpo del techno en el escenario techno que no bajó el pie del acelerador en ningún momento, con ningún artista. Le tomaban el testigo un Tito Ben Sims muy serio (qué bien nos entró al cuerpo ese "Lord Of The Land", que tiene ya la mayoría de edad), una Amelie Lens muy pistera y entregada a la causa (¡qué ejercicio en cabina!) y un Sam Paganini soberbio al cierre.
Si bien es cierto que vimos a todos, lo hicimos de forma interrumpida. La atracción de Oro Viejo era muy grande habiéndonos perdido su última edición en Madrid, y bien sabiendo lo que íbamos a encontrarnos se antoja difícil fallar dos veces seguidas. Dj Nano desplegó todo el repertorio de la mejor época de la música de baile en un escenario abarrotado que comandó (micro con reverb a tope en mano) durante 12 horas. Increíble derroche de energía en cabina de sol a sol. Incluido algún interludio cambiando de cabina para pinchar a vinilo (con algún mínimo patinazo, pero era imposible en tal maratón). "Children", "Better Of Alone", "Castles In The Sky", "Space Melody", "Carte Blanche", "Promise", "Shine" y un infinito listado de celebrados himnos de ayer antes del deseado cierre con "Lover Why" cantado al unísono con el sol en lo alto a las ocho de la mañana. Increíble, salao.
No queremos olvidarnos del escenario AliExpress, dedicado íntegramente al talento nacional. Jose de Mara & Crusy espléndidos que lo reventaron, Les Castizos con su jolgorio habitual o un frenético Garabatto presentando nueva música como su remix a "Loco Contigo" fueron algunos de los hits. ¡Una gran puesta por parte del festival!
Para cerrar la crónica, haremos algunos apuntes al margen de la música. No solo tenemos que hablar del festival, sino de todo lo que lo rodea antes y después. Y ahí encontramos el principal punto negativo, pues lo ocurrido en el acceso y salida al párking fue un tapón mayúsculo. Y ojo, que estando de acuerdo con los controles (los encontramos tanto a la entrada como a la salida) por el bien de la seguridad vial, quizá la logística no fue la idónea generando colas de cientos de coches retenidos durante más de dos horas, colapsando incluso la carretera y provocando peligrosas maniobras. La infraestructura (una carretera ínfima) se ha quedado pequeña al crecimiento del festival, y sin duda será un punto a tener muy en cuenta para el año próximo pues es necesario encontrar una solución global de la mano de promotora, Ayuntamiento y FFCCSE. También mencionar la gran cantidad de robos ocurrida en ambos días, grupos organizados de indeseables que se aprovechaban del fervor de la gente viendo a sus artistas favoritos para sustraer cientos de móviles.
Donde sí encontramos mejorías notables fue en el acceso al festival, repensando la entrada y acondicionando un espacio para coger la pulsera separado de la entrada al recinto, solventando así los problemas de tiempos del año pasado. Además, los escenarios continuaron la tendencia creciente de ediciones anteriores siendo, sencillamente, espectaculares audiovisualmente. El principal superaba los 35 metros de altura y con una equipación de 340.000 watios con uno de los mejores sistemas de sonido, Leo Meyer Sound. Como decíamos al inicio, un paso más para ponerse a la atura de los grandes eventos.
Hace mucho tiempo que los festivales dejaron de ser un sitio donde bailar, ahora son una experiencia que va más allá. Esta historia de verano empezó lenta, acabó desesperante, pero en el durante fue tremendamente maravillosa. Un año más, y ya van cinco. Un nuevo capítulo organizado por Disorder Events que continúa aumentando en seguidores e infraestructuras en cada edición, teniendo una acogida espectacular por parte de público y crítica. Enhorabuena a la organización, ¡y muchas felicidades por este lustro!
No hay duda de que nos veremos el año que viene, pues ya se conocen fechas de la sexta edición: 19 y 20 de junio 2020 en La Ciudad del Rock. Eso sí, esta vez iremos en bus.