¿Tú te has sentido discriminadx en la pista de baile? Hace unos días, o quizá semanas, leíamos el estudio Resetting The Dancefloor presentado por Ballantine's. Este destacaba datos tan impactantes como que 1/3 de las personas ha experimentado discriminación en un evento musical o que un 84% de jóvenes entre 20 y 35 años ha sido testigo de algún tipo de discriminación en las pistas de baile. Raza y género fueron los aspectos más citados.
Pero, por suerte, la gente parece reaccionar y que este tiempo de parón de meses atrás ha servido para pensar. 3/4 personas ahora actuarían si vieran un acto de discriminación en un evento musical y un 72% solo asistirían a eventos que fueran seguros e inclusivos a medida que el ocio nocturno ha ido volviendo a abrirse del todo tras la pandemia. Además, el 70% cree más importante asistir a eventos con un line-up diverso.
A partir de los resultados de este informe, desde Ballantine's y sus eventos Stay True se han comprometido a impulsar el cambio real en tres áreas clave durante los cinco próximos años con programas más diversos, para dar cabida a todas las comunidades; remuneración justa, sin diferencias; y pistas de baile inclusivas y seguras. Unas notas a tener muy en cuenta no solo en sus eventos, si no en todos.
“Tengo tanta intersección. Lidio con ser queer. Lidio con ser mujer. Lidio con ser una mujer negra. Lidio con ser una mujer negra trans. Lidio con ser una artista que no encaja en el mainstream. Eso es mucho, pero al final nadie es una única cosa”. — Honey Dijon
La inclusividad y el respeto son factores principales en la construcción de la cultura de club. Una pista de baile no podría entenderse sin ellos. No en vano, la mayoría de las escenas musicales que fundaron los géneros de la música dance de hoy en día (disco, Hi NRG, garage, house, techno) estaban estrechamente relacionadas con grupos marginados, incluidos homosexuales, personas trans o minorías étnicas. En su base, el espacio del club se construyó desde una idea de espacio seguro y respetuoso —de refugio—, un lugar controlado donde poder dar rienda suelta a una identidad no aceptada en el exterior.
Una sensación de comunidad unida por un mismo interés, un mismo fin de divertimento y escape de la realidad durante el tiempo que dura la fiesta —lo que podría ser la tribu definida por Hakim Bey en "La zona temporalmente autónoma", como ya mencionamos hablando de Sociología Rave—. En el interior del club se produce un proceso de escucha colectiva en el que el conjunto suma más que la individualidad. Todos a una. Cualquiera que haya estado en una fiesta con poca afluencia tendrá la experiencia de que desinhibirse y bailar frenéticamente resulta más complicado que cuando la pista está abarrotada de personas moviéndose al son del cuatro por cuatro en la oscuridad.
“Durante un tiempo, parecía que las diferencias habían dejado de importar. Tampoco importaban el origen ni la forma de vestir. Siempre y cuando se participara. Todo se concentraba en la música y en la unión que se daba dentro y al lado de la pista de baile” — “Der Klang Der Familie. Berlín, el techno y la caída del Muro” p.13
Por tanto, el espacio en torno a la música electrónica se plantea como un espacio de encuentro, de comunidad, de acogida, pero... ¿para todos? Mantener ese carácter de protección de un determinado colectivo se antoja como uno de los principales objetivos, por lo que las políticas de puertas se ha tornado bastante selectas. El club no es abierto a todo el mundo, sino a un determinado perfil. A la tribu. Famoso es el acceso a Berghain y su cancerbero Sven Marquardt, así como los cientos de tips para pasar el filtro. El objetivo principal de este sesgo es proteger el ambiente del club y a sus moradores, evitando curiosos, turistas o alborotadores que puedan ponerlo en peligro. Esta protección de la actividad se extiende al interior del propio club una vez traspasada su frontera. Es habitual que estén prohibidas las fotografías e incluso que no haya espejos, con el fin de evitar cualquier tipo de coerción, ya sea individual o compartida. Lo que pasa dentro, se queda dentro. Desinhibición sin miedo.
Lo cierto es que la escena electrónica es comprometida con los derechos fundamentales, valores sociales y con la idea de comunidad y progreso, incluso como herramienta política para el cambio. Por ello, desde Beatsoup siempre nos alinearemos con clubs con principios y mensajes claros como Club Gordo, Laster, Tortilla, Stardust y tantísimos otros de nuestra geografía en los que no cabe la discriminación ni la violencia. El club, un refugio. La pista de baile, un lugar seguro.